Nostalgia del vuelo
- Nuria Morán
- 24 abr
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Acaso sea el grito de los vencejos
en esos tempranos días de solaz veraniego
el único vestigio del frágil paraíso de mi infancia
que aún hoy logra mantenerse a salvo
en un recóndito bastión de la memoria.
Como un enviado atávico, ese agudo reclamo
-certero como hoja afiladísima-
acude obstinado desde lo alto para sesgar
de un tajo el instante y abrir la puerta
de un tiempo ido, ávido de ser restaurado.
Es la abrupta irrupción de la VIDA que fuera
antes de todas las vidas que ya no lo fueron
después, antes de la perversa masacre de la tibia inocencia.
Luego de aquellos veranos en que la mirada
descalza revoloteaba feliz sobre el misterio
que rezuma de todas las cosas,
ya no quedó ningún refugio al que regresar.
El corazón enterró sus alas, solo
el grito primal de los vencejos consigue
apenas despertar un fugaz temblor
en su salvaje y tierno plumaje; el retorno
a ese hogar inmarcesible en el que quizás
anide la sonora herida del tiempo.
Nuria Morán Aguirre




