La luz que no puedo ver
- Salvador Antona
- 15 jun
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Mis ojos ya no son nada. Son oscuros, no porque sean negros, sino porque no puedo verlos. El cielo otrora azul o gris o blanco se ha tornado negro. Mis ojos ahora son los de Luna, mi fiel guía y mis manos un bastón que repiquetea a cada instante, a cada paso.
Me pregunta, en su inocencia, la niña pequeña de la vecina, que si no quiero abrir los ojos y ver como ella.
-A ti siempre te veo, pero con otros ojos, le respondo sin la certeza de que me haya comprendido.
Ya no existen las estaciones para mí salvo el frio que penetre en mi piel. No volveré a ver tus ojos pero sentiré tus caricias si tú quieres. Caminemos, o mejor, sentémonos a la puerta para ver pasar la vida con los sonidos y tus palabras.
Salvador Antona




