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Miedos


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Hubo una vez en la calle Varela, muy cerca de la Iglesia dos viejas moreras que se sentían muy orgullosas de estar todavía activas a pesar de lo ya longevas que eran. Vivian una a cada lado de la Casa solariega y su autoestima crecía al observar que eran los dos únicos árboles que seguían dando fruto de entre todos los que habitaban la arboleda.

 A finales de primavera las moras de las moreras se pusieron moradas al sentir vareadas sus ramas por largas y afiladas varas que blandían cual espadas unos rapazuelos del lugar.

- ¡Qué barbaridad! -exclamaron al unísono- ¡Nos van a lastimar! -Aunque seamos mayores, aun somos de utilidad- ¡Parar, parar! -les gritaban, a los que allá abajo seguían torturando sus ramas y cortando los frutos inmaduros.

Al oír los silbos y gemidos, los niños de la casa salieron raudos a defender a sus queridos y respetados arboles -con coraje y valentía pusieron en fuga a los desalmados malhechores.

Cuando los padres regresaron de hacer las faenas del campo, los niños le contaron los miedos y sustos que habían pasado hasta que ahuyentaron a los salvajes muchachos. - Los padres les dieron un fuerte abrazo y la abuelita que estaba sentada a la sombra de las veteranas moreras les dijo que después de cenar les contaría unas historias de Árboles y gusanitos de seda por su arrojo y valentía.

 

Érase una vez: comenzó diciendo la Abuela.

En la hospedería de los gusanitos de seda que había en las ramas altas de las jóvenes moreras, nació un blanquecino y endeble bebe gusano, que hubiera pasado desapercibido si no fuera por los dos vivarachos ojos y su gran curiosidad por el lugar en que vivía con sus hermanos.

Un día  vio entre las hojas de su casita, que allá abajo había una  anciana de cabellos plateados, dando de comer, a los niños humanos, al tiempo que les decía: -si coméis todo lo que os ponga en el plato y luego saltáis y jugáis ,pronto os haréis mayores y podréis ir a ver otros mundos  ,corriendo o volando., -los niños humanos se rieron de las últimas palabras del a abuela.-Pero ella que era una amante de la naturaleza, sabía que entre la hojas, unos puntitos luminosos la observaban cuando ella estaba hilando en su rueca.

-El gusanito también quería hacerse mayor y decidió imitar a los niños. Y comió y comió todas las jugosas y tiernas hojas de las moreras, Hasta que un día descubrió que su cuerpo producía un filamento dorado y, saltaba y enredaba tanto que sus hermanos se apartaron de él, por glotón y juguetón.

Pero él no se arredo y jugando con su hilo se formó tal lio que no pudo desenredarse, y rendido por el sueño se quedó hecho un capullo - Metido en su dorada crisálida estuvo muchos días -. Soñaba que algo raro le sucedía y la pesadilla se repetía.- ¿si no sentía sus patas y no tenía pies, ¿cómo iba a correr si algo le perseguía?- del miedo que sintió, sudo y tembló- Hasta que un día dando un largo bostezo rompió un poquito de la envoltura que le aprisionaba y sus ojos vivaces, vieron una pradera tapizada de “mil y una” flores de vistosos colores y penetrantes aromas, ;que dio tal empujón a la cascara que lo envolvía ,que salió volando, volando para irse a posar en las corolas de todas las flores y libo con placer el néctar que se le ofrecía. Y junto a sus compañeras de hermosas e irisadas alas bailaron ebrias, el Vals de las Mariposas.

Y colorín colorado esta historia se ha terminado.

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