Todo habla en el valle
- Antonio Huerta
- 19 dic 2020
- 2 Min. de lectura

Silencio, ¿escuchas?...
o somos sordos,
o no hay ruidos.
Últimamente hay demasiado ruido
pero el ruido no llega al Valle.
El Valle no es mudo,
no hace ruido,
pero no es mudo el Valle;
Habla.
Todo habla en el Valle.
Las hierbas, en infinitos verdes hablan.
Las flores susurran... o alzan la voz
cual sus colores sean:
las de humilde blancura casi rezan,
y gritan chirriantes las amarillas
a las presuntuosas, de rojo encendidas.
Todo habla en el Valle.
El arroyo, estrecho, ceñido a sí mismo,
escondido vergonzoso entre maleza...
¿maleza? ¿A qué viene lo de maleza?
El arroyo charla con las rocas que le amparan
y las acaricia y adormece.
Todo habla en el Valle.
Los árboles animan su decir,
según el viento meza sus copas.Y los diálogos son aromas
que también nos hablan
y llenan el aire de un dulce zortziko.
El humo del hogar,
chismosamente confidente,
dice al cielo los íntimos secretos
del anciano caserío.
Y habla el sol,
también el sol recita con voz adormecida
el prometido atardecer...
y no miente el sol.
Todo habla en el Valle.
Y los lejanos y pacientes bueyes
puntúan con sus cencerros tantas oraciones mezcladas en el aire: tolón, punto;
tolón, tolón, punto y aparte.
Las comas, las ponen las esquilas
que las latxas hacen sonar
en el verdor de la campa,
y sincopan con su lenta cadencia
las conversaciones del Valle.
Todo nos habla en Arratia.
Sólo hay que intentar escuchar...
Sí, por qué no,
y también con los oídos.
Últimamente hay mucho ruido, demasiado,
pero el ruido no llega al Valle.




