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Todo habla en el valle


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Silencio, ¿escuchas?...

o somos  sordos,

o no hay ruidos.

 

Últimamente hay demasiado ruido

pero el ruido no llega al Valle.

 

El Valle no es mudo,

no hace ruido,

pero no es mudo el Valle;

 

            Habla.

 

Todo habla en el Valle.

 

Las hierbas, en infinitos verdes hablan.

Las flores susurran... o alzan la voz

cual sus colores sean:

las de humilde blancura casi rezan,

y gritan chirriantes las amarillas

a las presuntuosas, de rojo encendidas.

 

Todo habla en el Valle.

 

El arroyo, estrecho, ceñido a sí mismo,

escondido vergonzoso entre maleza...

¿maleza? ¿A qué viene lo de maleza?

El arroyo charla con las rocas que le amparan

y las acaricia y adormece.

 

Todo habla en el Valle.

 

Los árboles animan su decir,

según el viento meza sus copas.Y los diálogos son aromas

que también nos hablan

y llenan el aire de un dulce zortziko.

 

El humo del hogar,

chismosamente confidente,

dice al cielo los íntimos secretos

del anciano caserío.

 

Y habla el sol,

también el sol recita con voz adormecida

el prometido atardecer...

y no miente el sol.

 

Todo habla en el Valle.

 

Y los lejanos y pacientes bueyes

puntúan con sus cencerros tantas oraciones mezcladas en el aire: tolón, punto;

tolón, tolón, punto y aparte.

Las comas, las ponen las esquilas

que las latxas hacen sonar

en el verdor de la campa,

y sincopan con su lenta cadencia

las conversaciones del Valle.

 

Todo nos habla en Arratia.

 

Sólo hay que intentar escuchar...

Sí, por qué no,

 y también con los oídos.

 

Últimamente hay mucho ruido, demasiado,

pero el ruido no llega al Valle.

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