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¡No existe!


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Mentira, solo es mentira.

Cruel paradoja.

Una incierta verdad

que nos somete sin existir.

 

Nos dejamos someter a él como borregos.

 

Nos arrastramos por él

con agotadora lentitud.

Intentamos contener

la esquiva liquidez de su malicia.

 

¡Ay!, falaz indeseable

contrario al deseo.

 

Simple amargo contramolde del deseo.

 

Ni se pierde,

ni se gana;

 

¡No existe!

Ni huye, ni regresa.¡¡¡NO EXISTE!!!,

¡¡¡NO EXISTE!!!,

¡¡¡NO EXISTE!!!

 

No existe, no... No existe.

 

Ni tampoco es.

 

Ni el pasado es tiempo, ni lo fue.

Ni este instante es; no da tiempo a ser.

 

¿¡Es que no lo ves!?

 

Ni el futuro es tiempo;

jamás el tiempo será tiempo.

 

Solo nosotros lo somos.

Y, ciegos, nada más nos preocupa...

que perder el tiempo.

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