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Donde no caben más erratas


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Tantos años de tinta


calándome las entrañas,


que la errata de lejos huelo


y me duele en el sentido.



Errata, molesta compañera,


fruto de incuria,


error involuntario a veces


y no por ello aplaudido.



La falta de ortografía,


nos es igual, no es lo mismo,


también es triste error,


que apunta a la ignorancia,


culpable a veces, nunca querido.



Y, por último, el gazapo,


hijo de duendes malignos

que de la grafía alteran el orden.

Hilarante, en ocasiones,


otras, triste, cruel, escondido.



Y así advierto el discurso


del irresponsable timón

que guía este tiempo amargo.

Piloto que en la incuria,


en el despiste, y la ignorancia


fía su carta y compas,

derrotero abundante en faltas, gazapos y erratas


y acabará el barco... hundido.



Tiempo será en el que corrector


que enmiende al ignorante,


negligente


y descuidado...

por corregir será odiado;


por enderezar, gruñido.

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