Donde no caben más erratas
- Antonio Huerta
- 4 dic 2020
- 1 Min. de lectura

Tantos años de tinta
calándome las entrañas,
que la errata de lejos huelo
y me duele en el sentido.
Errata, molesta compañera,
fruto de incuria,
error involuntario a veces
y no por ello aplaudido.
La falta de ortografía,
nos es igual, no es lo mismo,
también es triste error,
que apunta a la ignorancia,
culpable a veces, nunca querido.
Y, por último, el gazapo,
hijo de duendes malignos
que de la grafía alteran el orden.
Hilarante, en ocasiones,
otras, triste, cruel, escondido.
Y así advierto el discurso
del irresponsable timón
que guía este tiempo amargo.
Piloto que en la incuria,
en el despiste, y la ignorancia
fía su carta y compas,
derrotero abundante en faltas, gazapos y erratas
y acabará el barco... hundido.
Tiempo será en el que corrector
que enmiende al ignorante,
negligente
y descuidado...
por corregir será odiado;
por enderezar, gruñido.




