Con cinco colores
- Antonio Huerta
- 23 may 2022
- 1 Min. de lectura

Veo el viento
atento a sentir su luz turquesa
que trae y lleva
la sal del horizonte.
Huye esquivo el viento,
como el tiempo huye
de sí mismo.
Tiempo es viento,
¡tramposo tiempo!;
al fin, viento.
Toco el vuelo de gaviotas
y la brusca suavidad dibuja
sus quiebros y malvas regates.
Siento, cálido en mis dedos,
el ir a ningún sitio
de su caprichoso vuelo.
Oigo los brillos que esboza el agua
en las rocas quietas
vestidas del verde
que, en su quietud, asumen propio.
Tercas, perennes
en su dureza. Las oigo brillar.
Huelo el sonido de la espuma
de las olas mensajeras...
...mensajeras de no sé bien qué.
A veces, suave caricia son;
otras, hacha azul asesina
que insiste en cortar amores,
ilusiones... vida, efímera espuma.
Solo sonido de espuma.
Sabor a luz del sol.
Amarga, siena luz del atardecer
que muere engullida
por el horizonte mar.
Amanecer, vida camino del ocaso;
muerte al anochecer...
para volver a la vida
una y otra vez, una y otra vez.
Sísifo sol castigado a repetir y repetir,
por los siglos de los siglos, su luz.
Sentir para ver.
Con solo mirar no se ve.
Hacen falta cinco colores
para pintar el mar.




